El calor, estar fuera de casa, la búsqueda de recetas rápidas y sanas… Las conservas son perfectas para el verano.
Desde que empieza a apretar un poco el calor es bastante frecuente cambiar algunos hábitos a la hora de comer y de cocinar. Y más aún si no estamos en casa. No nos cansamos de decir que tener conservas siempre en la despensa es un acierto para redondear nuestros platos y para sacarnos de un apuro cuando no disponemos de mucho tiempo. Y en verano se convierten en verdaderas aliadas para descomplicar nuestros menús sin descuidar el aporte de nutrientes ni renunciar a una comida sabrosa. La ventaja que presentan las conservas, sobre todo en la época estival, es su versatilidad para poder elaborar menús fríos, calientes o saborearlas directamente del envase. Os dejamos algunos consejos para disfrutar de las conservas este verano y algunos tips para cocinar con ellas.
Las horas de sol y el calor hacen que entre junio y septiembre nos apetezcan mucho los alimentos con buen aporte de agua, como las verduras y hortalizas o las frutas. También es frecuente que cambien los horarios y se retrase un poco la hora de algunas comidas. Por eso siempre es buena idea contar con snacks sanos y refrescantes para tomar entre horas y también tener proteína animal o vegetal en conserva en forma de pescados, mariscos o legumbres para elaborar platos rápidos, fáciles, frescos y llenos de color. Las ensaladas son las verdaderas reinas del verano. Con unos pocos ingredientes básicos podemos hacer maravillas.
Lo bueno de las conservas es que su caducidad es amplia y preservan todos sus nutrientes intactos. Pero lo mejor es que, al estar envasadas, son muy cómodas para llevar a cualquier sitio. Hay lugares como la playa o un camping en los que es más complicado elaborar recetas, o simplemente no apetece. Tener, por ejemplo, una lata de sardinas o de berberechos puede alegrar unas tostas o completar una cena con proteínas de alta calidad en un momento. Es importante calibrar si vamos a usar o no el líquido de gobierno de las conservas que tengamos. A veces se pueden conseguir salsas y vinagretas muy interesantes con ellos y es una manera de aprovecharlos y quedarnos con sus nutrientes.
Otras aliadas que nunca fallan son las conservas de legumbres. Las ensaladas de garbanzos, alubias o lentejas son muy saciantes y proteicas. Además, son tan versátiles que se pueden combinar con variedad de ingredientes. O se pueden elaborar con ellas patés o dips tipo hummus usando diferentes condimentos para darle sabores distintos. Las de verduras y hortalizas también son muy socorridas. Pimientos asados para tostas o para rellenar, menestras que solo hay que aliñar con sal y aceite, remolacha lista para cortar y disfrutar, alcachofas para ensaladas o cremas templadas…
Es importante tener en cuenta a dónde vamos y cómo vamos a viajar para planear qué conservas nos merece la pena llevarnos. Las latas, por ejemplo, resisten muy bien los golpes y la luz. Los frascos también son resistentes, aunque hay que tener cuidado de que no se caigan en superficies duras para que el frasco no se rompa. También es necesario saber a qué temperatura estará la comida y si podremos refrigerarla. Los quesos y embutidos, por ejemplo, son una buena conserva para otra época del año, a menos que dispongamos de una nevera. Los encurtidos y fermentados nos ofrecen una muy buena posibilidad de tomar snacks sanos o de darle un punto diferente a nuestras recetas de verano. Como veis, las posibilidades son casi infinitas si hay imaginación y buenos ingredientes.