Vitaminas del grupo B, potasio, calcio, proteínas versatilidad y mucho sabor.
El pulpo es un viejo conocido del ser humano, y así lo demuestran sus muchas incursiones en la cultura. Dibujos, mitos y leyendas, libros… Sus tentáculos y su majestuosidad hicieron de él una representación habitual en muchos formatos. Y siendo tan conocido, no es extraño que también pasase a formar parte de muchas gastronomías casi desde siempre. La costa mediterránea y muchos países costeros de Asia lo han cocinado y adaptado a su gusto desde tiempos inmemoriales. Y no nos extraña. Su delicioso sabor no es lo único que nos encanta; también aporta muchos beneficios a nuestra dieta.
Muchas veces nos confundimos al pensar que los pulpos son peces o calamares, pero en realidad son moluscos cefalópodos: un marisco. Los mariscos son especies acuáticas invertebradas comestibles, así que el pulpo entra en esta categoría. Su nombre científico, el del pulpo que vive en la zona mediterránea, es Octopus vulgaris (ocho pies) debido a sus ocho tentáculos. Estos tentáculos son, de hecho, la única parte que se suele comer normalmente, siendo menos común el uso culinario de la cabeza del pulpo. Son animales que suelen vivir en aguas no muy profundas y normalmente viven solos, aunque a veces lo hacen en pareja o en grupos.
El pulpo se suele alimentar de peces, crustáceos y bivalvos. Por eso es una fuente muy interesante de proteína a tener en cuenta para nuestra dieta. El pulpo en conserva mantiene todos los beneficios y propiedades del fresco y todo su sabor. La mayor ventaja del pulpo es que tiene un nivel proteico similar al de la carne roja, pero es muy bajo en grasas y colesterol. Esto lo convierte también en un alimento que no genera digestiones pesadas.
Otros beneficios que podemos destacar de este marisco son su contenido en vitaminas del grupo B, como la B3. El pulpo tiene más o menos la misma cantidad de esta vitamina que los pescados azules. También contiene Vitamina B2, que ayuda a mantener la visión sana y a metabolizar las grasas y los hidratos de carbono. Su contenido en Potasio también es reseñable, lo que beneficia nuestra salud circulatoria y la presión sanguínea, además de reducir la fatiga y el cansancio.
Como muchos otros pescados y mariscos, el contenido de ácidos grasos Omega 3 que contiene nos ayuda a mantener los niveles de colesterol controlados. Podemos destacar también su contenido en yodo, que contribuye al buen funcionamiento de la hormona tiroidea. El calcio mantiene saludables nuestros huesos y ayuda a prevenir la osteoporosis. Y además de todos los beneficios mencionados, su sabor y su textura nos encantan. Todos estos nutrientes y sus propiedades organolépticas han hecho de él un imprescindible en muchas gastronomías del mundo.
El ejemplo más cercano lo tenemos en España, con el pulpo a feiratípico de Galicia y otras provincias cercanas. El pulpo se asusta (escalda) tres veces para que la piel se conserve perfecta y después se cuece el tiempo necesario; se sirve con aceite de oliva y pimentón. Pero no es el único ejemplo. En la gastronomía japonesa tenemos los takoyaki, unas bolitas de pulpo; en Corea el sannakji, un plato a base pulpo crudo; en la gastronomía peruana es común verlo en forma de ceviche; en Grecia se suele tomar a la parrilla o a la brasa; las arancini sicilianas, una especie de croquetas de arroz, se pueden preparar con pulpo y también es fácil encontrarlo con cuscús. Desde luego, es una buena idea tenerlo en conserva para acompañar muchos de nuestros platos o prepararlo de diferentes maneras.
