Las conservas de siempre, con un diseño de packaging que nos recuerda a la infancia
Ya os hemos contado alguna vez la historia conservera de países vecinos a España como Francia o Portugal. Y os hemos hablado sobre sus originales recetas de conservas de pescado y marisco, que nos encantan. Tanto España como sus vecinos son países bañados por el mar o el océano y con una riqueza inmensa en cuanto a materia prima, pero también en cuanto a recetas de conservas. Hoy os traemos una conservera portuguesa mítica que lleva desde 1954 enlatando lo mejor del Atlántico.
Esta historia empieza en el sureste de Portugal, en la pequeña ciudad pesquera de Olhão, a unos 53km de la frontera con España. Limita con ciudades turísticas tan conocidas como Tavira o Faro y tiene dos zonas diferenciadas: una continental dentro de la Península Ibérica y la Isla de Armona. Todo ello bañado por la Ría de Formosa y lindando con el Océano Atlántico. En este contexto, era fácil que muchos marineros y pescadores hiciesen su vida allí y que surgieran también algunas conserveras.
Es imposible separar la historia de Conserveira do Sul, y algunas de sus marcas como Good Boy, de la de António Jacinto Ferreira. Nació en 1.903 y con solo 9 años empezó a trabajar en el negocio del pescado. Con 15 años llega a la ciudad de Olhão y comienza a trabajar primero como suministrador de pescado fresco a sus clientes en el Alentejo. El Alentejo es la región portuguesa que va desde el centro hasta el sur de Portugal. Significa literalmente más allá del Tajo (alem el Tejo) y es una zona que concentra 47 municipios.
Más tarde empieza con su etapa conservera con una incursión en la salazón del pescado fresco para su conservación. En 1947 empieza a enlatar pescado en aceite bajo la marca Júpiter; en 1950 llegaría Good Boy con algunas recetas diferentes de pecado en conserva; en 1954 empezaba su actividad Manná, con un surtido a base de patés y conservas de pescado. Toda esta experiencia le sirve para dar comienzo al que sería su proyecto más ansiado: Conserveira do Sul.
Esta empresa aglutinaría las marcas con las que António empezó a conservar pescado y los demás proyectos que surgirían en el futuro. Él y sus tres hijos se hacen cargo de la dirección de la conservera hasta 1970, año en que António deja paso a la siguiente generación, con el mismo buen hacer de siempre. Hoy son cinco de sus nietos los que están al frente de la conservera familiar con varios proyectos y un solo objetivo: juntar tradición y modernidad para elaborar conservas de alta calidad y los mejores sabores.
Good Boy es un homenaje de António a su infancia, a las conservas de pescado que tomaba de niño y a los juguetes con los que se divertía. De hecho, la imagen de la marca es una foto de su hijo Jorge cuando era pequeño. En cada conserva de Good Boy hay también un dibujo de un juguete o juego tradicional como canicas, cometas, yoyós, trenes o peonzas. En su interior encontramos deliciosos patés de pescado o filetes de sardina, atún, caballa, pulpo o jurel con aderezos como curry y chile, tomillo-limón, ajo-perejil o escabeche, entre otros. Delicias en lata que nos trasladan a la orilla del mar y a nuestro pasado. ¿Cuál os ha llamado más la atención?